martes, 23 de enero de 2018

La era del internet y el ESTAR BIEN de nuestros hijos



La infancia es una época de oro, que marcará nuestras vidas para bien o para mal. Una niña o un niño a través de los ojos de la pureza, la inocencia y la ingenuidad no podrán distinguir  algo bueno o algo malo. Para ellos no hay ni bien ni mal, son moldeables a las circunstancias o al entorno. Son arcilla en las manos de los padres y de la sociedad. De ahí la importancia de estar muy alertas a su desarrollo con el impacto del advenimiento de las nuevas tecnologías encabezadas con la red de redes, es decir: internet. El mundo cambió para siempre y sin vuelta atrás.


 Hoy ya no basta pertenecer a un cierto grupo o tribu humana. Hoy es de casi extrema necesidad relacionarse e interactuar con la aldea global para informarnos, comunicarnos y entretenernos. Es decir, hoy en día se vuelve vital “decirle” al mundo que existimos, que tenemos voz, que somos alguien. Asimismo,  es imprescindible participar en el.

Las teorías y estudios psicológicos, sociológicos, antropológicos entre otros, van y vienen para explicar el fenómeno en que se ha constituido internet y las redes sociales. Lo que es cierto y visible es que todos somos “hechizados” por su magia e influencia y nuestros hijos no son la excepción.


Podríamos generar un debate de los perjuicios y los beneficios de las mismas, para que al final nos demos cuenta de que nuestros hijos quieren participar o ya participan de ellas. Esa es la realidad. 


No darnos cuenta que es el mundo en que les tocó nacer, sería tanto como quererlos meter a una burbuja de cristal para aislarlos de su propia época, de su vida; sería como cortarles las alas. Sin embargo, y aún a nuestras restricciones o “protección” los chicos de hoy, tiene una y mil formas para salirse de esa cárcel para volar, o mejor dicho, para navegar en la web.
Más allá de una moda, es la nueva forma de vivir, trabajar, estudiar y sociabilizar. Internet es el presente y el futuro.

La clave aquí está en el compromiso y responsabilidad que tengamos con nuestros retoños. En dar esa crianza respetuosa y con causa que se merecen nuestros hijos. Es decir, enseñarles a  aplicar los valores y principios en el mundo virtual como en  el real, así como la información y herramientas para salir ileso. Por ejemplo respetar, los términos de uso y políticas de privacidad que maneja cada red social. Casi todas ellas establecen como edad mínima para crear una cuenta, los 13 años. Pero si a nuestros hijos no les hemos enseñado -con la palabra pero sobre todo con el ejemplo- a respetar, será muy fácil que falseen la información. O peor aún, que creen un perfil con un falso nombre para que sus padres no se den por enterados que  ya tienen una vida virtual activa.

Así como nos esmeramos en  que estudien en el mejor colegio, tengan una buena alimentación y se desarrollen de manera óptima, el buen uso y manejo de internet, las nuevas tecnologías, las redes sociales y la navegación es un asunto que se debe  incorporar a nuestro sistema familiar, donde se establecerán los límites  y las reglas de la casa, como un área más de su bienestar.

Esconder la cabeza, fingir demencia o creer que nuestros hijos están a amparados del encanto y peligro del mundo virtual, es un error que puede costar muy caro. Por ello y como en todo, es mejor prevenir que lamentar.

La comunicación asertiva y responsable, donde se establecen los límites que pongan a salvo su dignidad, su seguridad, su integridad… y la de los demás, hará la diferencia  en este nuevo sistema global, donde situaciones como el cyberbulling (ciber acoso), grooming (acoso sexual a menores en la red), sexting (envío de imágenes de contenido sexual a través de teléfonos inteligentes o internet), sextorsión, pornografía infantil, entre otros, son el cotidiano de los peligros a los que están expuestos nuestros hijos.

De ahí la importancia de estar más que preocupados, ocupados y  atentos; en sintonía con nuestros hijos y el mundo que les tocó vivir.

Por una niñez sana, informada y protegida