martes, 7 de noviembre de 2017

CEDULA DE EVALUACIÓN Y DESARROLLO INFANTIL (CEDI) La más reciente de las Políticas Públicas Fallidas, ante la crónica de una pandemia anunciada.

CÉDULA DE EVALUACIÓN Y DESARROLLO INFANTIL CEDI
La más reciente de las  Políticas Públicas Fallidas,  ante la crónica de una pandemia anunciada

En 1998, la Organización Mundial de la Salud (OMS), advirtió que la obesidad era una epidemia mundial y generó todas las recomendaciones para revertir este problema de salud tan grave.
Para 2006, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT),  reportó que la prevalencia de la obesidad en todos los grupos etarios había aumentado de manera alarmante en México.  
Las estadísticas reportaron que desde 2011 México  ya había escalado -el nada honroso- primer lugar a nivel mundial de obesidad infantil. Y es hasta  el 25 de Enero de 2012 cuando el presidente Felipe Calderón declaró de manera oficial que México estaba afectado por esta epidemia.
En la actualidad,  hay  quienes ya consideran este grave problema  de salud pública nacional, además, como una pandemia pues ya lo padecen por lo menos 4.5 millones de nuestras niñas y niños.

Al final de cuentas, las estadísticas y los rankings solo son números. Lo importante es nuestra niñez que está en un riesgo latente, ante tantas enfermedades que provoca  el sobre peso y la obesidad.

Haciendo un breve ejercicio y para dimensionar la magnitud del problema, basta con ir a cualquier escuela primaria o caminar por  un parque infantil y solo observar.
Es ahí donde la realidad nos supera. Niñas y niños con sus hermosas sonrisas y sus ojitos llenos de inocencia, corriendo, brincando y haciendo de cualquier oportunidad una algarabía. Pero,  muchos de ellos ya denotan en sus cuerpos y sus caritas  el sobre peso y hasta la obesidad, que no solo les está marcando su vida en el presente: con fatiga,  bulling,  baja auto estima y enfermedades, entre otros. Sino que también, les está quitando el derecho a un futuro y un bienestar integral… que ya les fue negado, por quienes debieron cuidarlos, protegerlos y educarlos. Pues  la expectativa es que  en su mayoría  sufrirá de enfermedades crónicas y mortales. Enfermedades caras e incapacitantes, como diabetes, hipertensión, ceguera, amputaciones, destrucción de riñones y fallas del corazón. Estos niños de hoy,  van a requerir mañana de muchos servicios de salud  durante mucho tiempo y con una carga de sufrimiento humano mayor. Además, según afirman los especialistas, van a tener una esperanza de vida mucho menor que sus padres.  

Este problema nos pega a todos de una manera u otra. Desde lo afectivo y emocional, hasta lo económico y funcional.  Todos salimos perdiendo.

Con la cronología con la que comenzamos este artículo, podemos advertir que México y sus gobiernos fueron  conscientes  del problema desde hace 11 años; que se fue gestando minuciosamente y con la venia silenciosa de un gobierno y una sociedad indiferente, pese a que desde hace un cuarto de siglo los investigadores mexicanos y representantes de organismos no gubernamentales  habían dado alarmas de lo que se estaba incubando.  
La actuación del gobierno en esa época como en la actualidad,  ha sido de una tibieza que toca  la indolencia, pues sus planes estratégicos   y políticas públicas que ha emprendido  para prevenir y combatir la obesidad han sido insuficientes y obsoletas,  no garantizando la solución al problema o por lo menos la disminución del mismo.
 Entre ellas tenemos, el gravado a las bebidas azucaradas, la reducción de las porciones de los productos conocidos como chatarra,  la restricción de anuncios en horarios infantiles en tv y cine de productos peligrosos, la incumplida promesa de colocar bebederos de agua potable en las escuelas, programas que se dejan incompletos ante el advenimiento de elecciones y un nuevo gobierno, entre otras.
La más reciente que se implementó es la Cédula de Evaluación del Desarrollo Infantil, mejor conocida como el programa CEDI - instituido como programa piloto en algunos estados de la república Mexicana,  desde el DIF Nacional, en sinergia con la Secretaría de Salud y Secretaría de Desarrollo Social- que ha causado confusión y mayor desinformación.
El programa del CEDI tiene como principal objetivo,  valorar el desarrollo  de la motricidad fina, gruesa, el lenguaje,  el desarrollo social y la capacidad cognitiva en infantes de un mes a 60 meses. Si no cumple  el niño o la niña con los parámetros fijados (según nuestra visión arbitrarios, pues son muchos factores los que influyen para que en un momento dado, arrojen ciertos que resultados que pueden ser influenciados por algunas variables que no se toman en cuenta en la cartilla),  puede ocasionar que el infante sea  estancado  a un nivel, impidiendo que cumpla un desarrollo óptimo. Asimismo, al “detectar” cierta problemática en el alumno, no se le brinda ninguna clase de atención y seguimiento. Es esta medida, más una etiqueta o estigma, que una solución.
 Dicha cédula o cartilla tiene un  espacio donde se registra el peso y la talla de  los alumnos  de las estancias infantiles. Cabe mencionar que el tamizaje es hecho por los mismos profesores con equipo casero. Como podemos observar, este programa no tiene la intención de prevenir y atender el problema de la obesidad infantil. Su objetivo en cuanto a este apartado es solamente administrativo y quizá de estadística, porque no hay valoración,  diagnóstico,  tratamiento, seguimiento y mucho menos  resultados medibles. 

Sin embargo, ha causado mucha confusión entre los padres de familia y en algunos profesores, pues se piensa (o mal entiende) que con este programa los infantes ya están siendo atendidos y -por tanto-  ya no se tiene que hacer nada más.  Pareciera que les han quitado un peso de encima a los padres de familia y al gobierno mismo. Dicho de otra manera,  les han dado la coartada perfecta para lavarse las manos y quitarse la responsabilidad de la salud integral y  nutricional de sus hijos, para depositarla en los profesores. 

Por otro lado, algunas estancias infantiles, tampoco han entendido que ese programa no va a evitar la obesidad infantil en los niños; pues si bien tan solo el 5% de la niñez de esas edades padece el problema, cuando sean más grandes  y pasen a la primaria, podrían pasar a la estadística  del 32.9% de niños de 5 a 11 años con sobre peso u obesidad.  Para cuando tengan entre 12 y 19 años, se elevará aún más la probabilidad al 41.5%. Y para su adultez el panorama empeorará, pues después de los 20 años 7 de cada 10  adultos formará parte de esta pandemia. Y esto son cifras del 2016, pues se prevé que para los años siguientes las cifras sigan a la alza en todos los rangos de edad.
El CEDI ante su  engañoso o mal planteamiento,  está dejando a la población infantil desprotegida y a la deriva de un futuro doloroso en incierto. Liberando –por una parte- a los padres de su responsabilidad de cuidar de manera integral a sus hijos. Y al gobierno de generar verdadera política pública.
Y  por otra, cuando el sistema de salud colapse ante esta problemática, se  señalará como responsables  a los maestros  de tener  un país de niños y adultos  obesos, de no haber hecho  su “chamba”.  

Mientras que solo se afanen en ver a quien se le puede echar la “papa caliente”, la niñez seguirá en la invisibilidad, la indiferencia y la indefensión total.


Hemos realizado un cuadro comparativo para observar las diferencias abismales entre un programa preventivo y  de atención real, hecho por especialistas comprometidos con la niñez, contra el del CEDI. 


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